Como resultado obtenemos un huevo muy parecido al huevo frito, con toda esa yema bien liquida tan rica para mojar el pancito, pero muchísimo más saludable por que no usamos nada de aceite.
La verdad es que tardé en animarme a hacerlos por que leí y escuche un montón de veces que es una técnica bastante complicada, pero ahora que los hice les digo que no es nada que con un poco de paciencia no se pueda hacer. A mi, por ejemplo, me salió en el primer intento. Lo importante es hacer todo con suavidad para que el huevo no se rompa.
Aparte de ser una muy buena opción para comer solos o acompañados con tostadas, también son perfectos para poner sobre sándwiches o acompañar diferentes comidas, como un wok de verduras, por ejemplo.
Ingredientes:
♥ Agua - Cantidad necesaria.
♥ Vinagre - 3 cucharadas soperas.
♥ Sal - 1 pizca.
♥ Huevos - 1.
Manos a... la cocina:
Ponemos a calentar agua, a fuego bajo, en un recipiente y una vez que haya hervido agregamos la sal y el vinagre.
Mientras esperamos que hierva el agua, ponemos el huevo en una tacita. Con mucho cuidado para que no se rompa la yema, si no pierda gran parte de la gracia de esta receta.
Con el agua ya herviendo, a fuego bajito para que las burbujas no sean muy gruesas, revolvemos con una cuchara para formar un remolino en el centro y, con mucho cuidado, ponemos el huevo de la taza en el centro del remolino.
Vamos a ver como el huevo de a poco se empieza a cocinar y se envuelve en la clara.
Cocinamos por entre 3 y 5 minutos. Mientras más tiempo dejemos el huevo en el agua caliente más se va a cocinar, así que el tiempo de cocción depende de que tan cocido nos guste.
Sacamos el huevo del agua con una espumadera, dejamos escurrir un poquito y lo ponemos sobre un plato, o una tostada, ¿por que no? y ¡listo!
¡BUEN PROVECHO!
Tips:
○ El vinagre es necesario en esta receta por que es lo que hace que el huevo coagule con rapidez y no se desparrame para todos lados.